Licenciada en Bellas Artes por la Facultad de San Carlos de la U.P.V. de Valencia, María Trenor comienza en el mundo laboral en el campo de la postproducción de vídeo y TV realizando grafismo electrónico.

Tras varios años como freelance decide realizar su primera pieza de cine de animación como directora, Con qué la lavaré (2003). Por este trabajo recibe catorce premios de diferentes festivales nacionales e internacionales, como el Festival de Berlín, el Festival de Cine Independiente de Lisboa, Cinema Jove, Animadrid, Medina del Campo, etc. Y participa en prestigiosos festivales como Sundance, Festival de Cine de Guadalajara-México, Versión Española y se programa en varios de los Institutos Cervantes repartidos por el mundo.

Con Exlibris (2009) es nominada a los 25 Premios Goya y obtiene el Trofeo Caja Madrid a la mejor Dirección Artística en ALCINE 2010, el premio TELSON a la película española con los mejores efectos audiovisuales en la Semana de Cine Experimental de Madrid dirigida por José Luís Borau y destaca por su participación en ANIMADRID 2010 entre 56 cortos internacionales y 8 nacionales.

Becada por la AECID (Agencia española de cooperación y desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores) desarrolla el proyecto cinematográfico de sensibilización contra la violencia de género  ¿Dónde estabas tú? en España, Filipinas y Mozambique.

María Trenor concluye ¿Dónde estabas tú? y prepara su próximo y más ambicioso proyecto, el largometraje musical de animación Rock Bottom, sobre la figura del músico británico de culto Robert Wyat. Desde MYC Mujeres y Cine la entrevistamos con motivo de la edición de un anexo a nuestro libro Millones de cosas por hacer. 

«Me gustaba escribir historias, cantar y dibujar desde muy pequeña»

¿Cómo surgió tu interés por la animación?

Desde muy pequeña me gustaba dibujar, escribir historias; también me gustaba la música, cantar. Creo que mi familia materna, aunque no se haya dedicado a eso por razones económicas, es una familia con un talento artístico natural. Mi abuelo tocaba el piano de oído y mi abuela pintaba fenomenal sin haber recibido una clase de arte, igual que actualmente mi madre. La animación me permite aunar estas disciplinas sin tener que renunciar a ninguna de ellas.

¿Cómo viviste tu entrada en el mundo audiovisual/en la industria cinematográfica?

Mi entrada en el mundo audiovisual fue muy buena: comencé en una pequeña productora, trabajando de grafista (motion graphics), había muy buen ambiente de trabajo y humano. 

¿Sentiste alguna dificultad por ser mujer? Esto es, ¿te has sentido alguna vez discriminada por ser mujer?

Curiosamente, mi jefa era mujer, jovencísima, y ha sido realmente la mejor jefa que he tenido nunca en cuanto a trato personal y eficacia profesional. Pero, curiosamente, los hombres cobraban más que las mujeres y se consideraba que era lo más natural del mundo.

Aparte de la cuestión económica, recuerdo que un productor, que estaba trabajando en una película cuya postproducción se estaba realizando en mi empresa, trató de propasarse físicamente conmigo cuando estábamos a solas en mi propio despacho, aprovechando su superioridad en la jerarquía laboral. Fue muy humillante.

Lo conté y todo el mundo le quitó importancia y lo justificó diciendo que los hombres latinoamericanos eran así (mal por justificarlo y mal por meter a todos los hombres hispanoamericanos en el mismo saco). Fue un hecho puntual que pasó hace muchos años. No obstante, nunca debería haber ocurrido y yo, con los años y el conocimiento que tengo ahora, lo hubiera denunciado.

«Cuando empecé a trabajar los hombres cobraban más que las mujeres y era lo más natural»

Ya desde 2003, con tu corto Con qué la lavaré, en el que propones un maravilloso retrato del colectivo trans -y que es, para mí, una verdadera crítica hacia el tratamiento que les otorga la sociedad y el estado español-, hasta tu último cortometraje ¿Dónde estabas tú?, tus películas parecen ser claramente femeninas e incluso feministas. ¿Podemos decir que tu cine es político? 

El cine que realizo, no lo considero explícitamente político, pero seguro que lo hago de manera subconsciente. Si te soy sincera, la palabra política y lo políticamente correcto me causa bastante rechazo. Prefiero hablar de inquietud social o de compromiso con los derechos de las mujeres, con los derechos humanos, por ejemplo. 

¿Reivindicas el cine como arma política? 

Mi arma es la libertad de creación.

Para volver a ¿Dónde estabas tú? que nos interesa particularmente por tratar, entre poesía y realismo, del carácter universal y terrible de la violencia de género, que es una de las grandes causas del feminismo, ¿podrías contarnos un poco más acerca del proceso de creación de la película desde la idea original hasta su difusión?

A veces, cuando veía algunos documentales sobre violencia de género, sentía una cierta desazón que no provenía de la temática, sino por la forma de abordar el contenido. Me planteaba si los autores, llevados por el ansia de llamar la atención y por el loable propósito de visibilizar unos hechos, incurrían en errores forzados de representación. Quizás, al intentar reconstruir con imágenes los sucesos narrados, caían en el escabroso sensacionalismo de mostrarlo en toda su crudeza sin darse cuenta de que hacían de ello un espectáculo seductor y que, al recurrir a todo tipo de artificios formales, conseguían justo lo contrario de lo que se proponían, convirtiéndonos en cómplices de esa violencia que aparentemente condenaban.

«La palabra política me causa bastante rechazo. Prefiero considerar mi cine como social o comprometido con los derechos humanos»

¿Dónde estabas tú? Es una duda que nació de esa inquietud personal, de ese malestar casi físico y de un bucle de preguntas retóricas que golpeaban mi conciencia. En realidad, temía caer en los mismos errores. Si quería realizar otro documental más y representarlo con imágenes reales, corría el riesgo de trivializarlo y acabar haciendo una falsa reconstrucción tremendista. Sin embargo, no quería frivolizar sobre un tema, el de la violencia de género, tan necesitado de ser recordado constantemente, y por eso, tratando de ser honesta conmigo misma y con los demás, me plantee que el cine de animación podía contribuir a la visibilidad y denuncia de la atroz y universal violencia contra las mujeres.

¿Quiénes son esas mujeres? ¿Cómo las conociste? ¿Cómo fue la elección de las tres protagonistas?

«Mis mujeres valientes», como yo las llamo, son tres víctimas de violencia de género de Filipinas, Mozambique y España. Las conocí en sus países de origen a partir de una beca concedida por la AECID (Agencia Española de Cooperación y Desarrollo) sobre un proyecto que presenté sobre violencia contra las mujeres a nivel internacional. Fue la AECID la que me indicó los países donde debía desarrollar la parte del trabajo de investigación porque era allí donde tenían oficinas con profesionales que me podían facilitar el contacto con asociaciones de víctimas de violencia de género para poner en marcha las entrevistas.

Las conocí presencialmente en las sedes de estas asociaciones. Realicé entrevistas a más de veinte mujeres, pero, por la duración del cortometraje tenía que escoger a una de cada país, en total tres. Todas sus historias merecían ser contadas, pero escogí las que narrativamente me resultaban más fáciles de representar después con animación sin desvelar la identidad de dichas mujeres, ya que era fundamental preservar su identidad.

«Creía que el cine de animación podía contribuir a la denuncia de la atroz violencia contra las mujeres»

¿Crees que la animación te permitió abordar este tema/estos temas de una manera diferente a la de obras audiovisuales en imagen real (que sean documentales o ficcionales)? 

El cortometraje es en realidad un documental animado; dos géneros, pero con un mismo objetivo. Si lo pensamos bien, estos dos géneros no están tan separados. Todos hemos visto cómo en muchos documentales, sobre todo de temática histórica, la infografía y la animación son partes fundamentales para ilustrar algunos de los hechos expuestos. De esta manera, encarar el documental desde una técnica exclusivamente de animación no era tan extraño y solucionaba de un plumazo algunos de mis temores a la hora de abordarlo.

La imagen animada puede reforzar el discurso haciéndolo, curiosamente, más real y colectivo. Por otro lado, cumplía con uno de los requisitos casi imprescindibles del género documental, que es el de dar una visión personal y ética. Un documental, por definición, es la exposición de un aspecto parcial de la realidad, mostrada en forma audiovisual. Sin embargo, la representación en animación es ilimitada, pero, a pesar de ello, quería evitar elementos morbosos o sensacionalistas, en cierta manera, esquivar toda imagen incómoda o poco ética.

¿Consideras tus cortometrajes un ejercicio para encaminarte para el largo? 

Para mí los cortometrajes tienen el mismo valor creativo y artístico que los largos, nunca me los he planteado como un ejercicio para saltar al largo. Me gustan mucho como formato, como no han de ser comerciales porque no requieren de mucho presupuesto hay más libertad creativa. 

¿Te planteas dar paso al largo? 

Ahora mismo, estoy en la preproducción de un largometraje musical de animación titulado “Rock Bottom” junto a la productora catalana Alba Sotorra.

«Un documental es la exposición de un aspecto parcial de la realidad, mostrada en forma audiovisual»

Si tuvieras que posicionar tu obra en la tradición cinematográfica, ¿de qué corrientes o movimientos artísticos dirías que es heredera? ¿Con la obra de qué cineastas sientes que la tuya dialoga?

Me siento muy identificada con el cine experimental y el cine de animación. Guardando las distancias, me encantaría dialogar con la obra de James Bidgood, José Val del Omar, Jan Svankmajer 

¿Entre ellos hay alguna mujer? 

Por supuesto, muchas: Mercedes Gaspar, Erica Russell, Mary Ellen Bute, Michaela Pavlátová, Lotte Reiniger.

¿Crees que el cine español se ha hecho un hueco en la industria cinematográfica internacional? ¿Está reconocido a nivel mundial? ¿Y el cine de animación?

Lo único que me interesa de la industria cinematográfica española es que las personas que se dedican a ello, tanto artistas como profesionales técnicos, puedan vivir cobrando un sueldo digno y que se cumplan criterios de igualdad.

Con respecto al tema concreto del apoyo a las mujeres cineastas, ¿cómo percibes tú la actual situación del cine español hecho por mujeres – a nivel de formación, acceso al trabajo, acceso a la financiación y redes de colaboración? 

Las asociaciones de mujeres cineastas CIMA, MIA y WIA, a las que pertenezco, han luchado muchísimo para mejorar la situación de las mujeres en la industria. La situación ha mejorado, pero falta mucho por hacer. En España, las mujeres directoras de cine representamos aproximadamente el 10% del total, un porcentaje todavía muy bajo.

«La situación de las mujeres en el cine ha mejorado pero queda mucho por hacer»

Con respecto al mundo de la animación, aunque parece tener un nuevo ánimo desde algunos años, Alicia Núñez, presidenta de la plataforma MIA (Mujeres en la Animación), afirma que “el 35% de los trabajadores en productoras de animación son mujeres. Eso sí, 35% sobre el general porque ese porcentaje no es el que hay en puestos de supervisión ni dirección». ¿Cómo percibes tú la situación? 

El mundo de la animación es todavía muy cerrado y bastante masculino, pero veo que va a cambiar gracias al trabajo, sabiduría y resistencia de las mujeres veteranas y a la nueva generación de mujeres, que viene con mucha fuerza y consciente de sus derechos 

¿Te parecen necesarias este tipo de asociaciones? 

Sin lugar a dudas. 

¿Qué medidas ayudarían a mujeres para entrar en la industria cinematográfica española? 

Las medidas que han conseguido desde estas asociaciones, la discriminación positiva en las subvenciones y  programas que impulsan a las mujeres que están comenzando (“mentoring”), como el magnífico programa Atenea

¿Qué les recomendarías a mujeres para ‘meter la nariz’ en el mundo del cine? 

Meterse sin miedo y asociarse para sentirse más arropada y bien asesorada.

¿Crees que tu obra hubiera sido recibida de forma distinta si fueses hombre? 

Definitivamente sí en algunos ámbitos determinados. De hecho, hace algunos años me discriminaron en una residencia de artistas en la Academia de España en Roma algunos compañeros (todos ellos hombres) que se negaban a compartir espacio expositivo conmigo porque habían visto Con qué la lavaré y les resultó escandaloso. Supongo que les pareció de “mal gusto” que una mujer representara imágenes explícitas de sexo gay.

«Hace unos años me discriminaron algunos compañeros hombres en una residencia de artistas de Roma por mi obra Con qué la lavaré»

Finalmente, la institución puso orden a la situación y pude exponer, pero estoy más que convencida de que, si hubiera sido hombre, incluso un hombre gay, no se hubieran atrevido a encararse personalmente conmigo ni a cuestionar mi obra. El machismo más rancio existe en ambientes artísticos y progres, donde menos te lo esperas.

¿Cuántas mujeres conforman el equipo de producción, rodaje y postproducción de tus obras?

Creo que siempre hemos sido mayoría, excepto en la postproducción de imagen y sonido, donde siempre había técnicos hombres en los estudios y laboratorios.

¿Y el contacto con tus compañeras de la actualidad? Pude leer en alguna entrevista que tienes una relación estrecha con María Lorenzo, ¿te parece importante la colaboración entre mujeres cineastas? 

María Lorenzo es una magnífica artista y persona. Trabajo muy a gusto con otras mujeres. En mi próximo largometraje “Rock Bottom” la productora y yo nos hemos comprometido a que la mitad del equipo, como mínimo, sean mujeres y no será ningún esfuerzo para mí, sino un placer porque tengo comprobado lo colaborativas y responsables que somos las mujeres trabajando juntas.

¿Es la conciliación familiar entre tu vida personal y profesional un asunto que te preocupe? ¿Ves al respecto alguna diferencia con tus colegas de profesión varones? 

Afortunadamente, la conciliación familiar no es un problema para mí.