María Lorenzo Hernández (Alicante, 1977) lleva más de 20 años realizando animación. Es profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València. Nominada a los Premios Goya 2016 del cine español por su cortometraje La noche del océano (2015). Ha dirigido los cortometrajes Esfinge urbana (2020), Impromptu (2017), La flor carnívora (2009), Retrato de D. (2004) y coordinado el proyecto colectivo El gato baila con su sombra (2012), que ha recibido premios y selecciones en festivales internacionales. Como ensayista, ha escrito artículos en numerosas revistas especializadas en animación y cine, y en libros. Desde 2011 dirige la revista anual Con A de animación.
Esfinge urbana es esta semana protagonista del ciclo Creadoras de Animación para el siglo XXI, ciclo que organizamos de manera conjunta MYC Mujeres y Cine y el Instituto Cervantes. Esta entrevista forma parte del trabajo que hicimos en la asociación para el libro Millones de cosas por hacer.
¿Cómo surgió tu interés por la animación?
Evidentemente, una cosa es tener interés por la animación, algo que tenemos todos desde niños, y otra cosa es pensar que un día puedes dedicarte a eso, que esa profesión existe y que además es algo que te gustaría hacer. En ese sentido, para mí fue importante conocer animaciones que no eran “solo para niños”, como, por ejemplo, los especiales de Canal+ de animación de autor o conocer animación europea.
«Voy a decir algo incendiario: si tu jefa es mujer, hay menos posibilidades de que te sientas discriminada»
¿Cómo viviste tu entrada en el mundo audiovisual/en la industria cinematográfica? ¿Sentiste alguna dificultad por ser mujer? Esto es, ¿te has sentido alguna vez discriminada por ser mujer?
Voy a decir una cosa incendiaria: si tu jefa es una mujer, o uno de los jefes es mujer, creo que hay menos posibilidades de que te sientas discriminada. Esa ha sido mi experiencia en el mundo de la empresa. Aunque en general también podríamos hablar de las buenas y malas personas y de cómo nos tratan ¡ja, ja!
Tus películas han sido reconocidas en los Premios Goya y en algunos de los más prestigiosos festivales, como el Festival de Annecy. ¿Crees que tu obra hubiera sido recibida de forma distinta si fueses hombre?
En los festivales, especialmente los grandes, estoy convencida de que no, porque son muy objetivos. Reciben tantos miles de películas, y de tantos países, que el proceso de selección es algo muy despersonalizado. Yo he participado en una ocasión como seleccionadora en Annecy, y nadie me dijo que hubiera cuotas mínimas para realizadoras o para representantes del país (Francia). Simplemente se confió en el criterio de los que formábamos el comité, y todos los cortos seleccionados se decidían por unanimidad. Esto genera resultados interesantes cuando los comités son diversos. Cuando no tenemos un comité diverso, o es siempre el mismo, generalmente sí se nota que es más difícil que te consideren.
«La animación es un medio muy ecléctico, es como una gran caja de juguetes y cada vez puedes elegir con qué elementos prefieres divertirte»
Observamos mucha intermedialidad en tu trabajo ¿cómo dialoga tu cine con las demás artes (música, fotografía, dibujos, collages, pintura…)?
La animación es un medio muy ecléctico, es como una gran caja de juguetes y cada vez puedes elegir con qué elementos prefieres divertirte. A veces abusas de los diálogos y pintas la imagen a todo color, y otras veces tiras por la ventana el color y los diálogos, y te centras en los encuadres, el ambiente sonoro, los ruidos de fondo, etc. Cada proyecto, cada historia que se cuenta, tiene sus necesidades, y lo importante es reunir los elementos que funcionan entre sí. Yo estoy particularmente contenta del resultado de mi último corto, Esfinge urbana, porque los grafittis están dialogando con la música de un artista callejero, por lo que el conjunto es armonioso.
En Impromptu, propones un viaje a los orígenes del cine rescatando la memoria de los padres y de las madres del cine, ¿crees que es importante la recuperación de las mujeres cineastas olvidadas por la historia?
Realmente la dedicatoria de Impromptu estaba escrita en tres idiomas: castellano, valenciano e inglés, y la inglesa era la que más propiedad tenía, porque decir “To all forgotten parents of film” incluye en una sola palabra padres y madres. Al tener que dividirlo en castellano y en valenciano, parece que haya un discurso feminista en el corto; en realidad no lo hay, porque es un corto que trata del pre-cine.
«No todo es ficción, echo de menos que se hable más de animación y más de documental», señala María Lorenzo
Sin embargo, cuando hablamos del cine, es decir, de lo que pasa a partir de 1895, resulta que sí hay cineastas olvidadas, empezando por Alice Guy Blaché, que es un personaje redescubierto hace poco y del que se sabe que realizó las primeras películas que se consideran “de ficción”; pero se le borró de la historia del cine porque era incómodo crear una etiqueta para el “primer director de ficción hombre”. Creo que hay que prestar más atención cuando sabemos que determinadas películas las dirigieron mujeres y que en el ámbito de la animación ha habido muchas pioneras con papeles relevantes en la industria, especialmente en la Europa del Este.
Aparte de estas reivindicaciones de género, en las cuales se intenta un poco por cuota que se hable de realizadoras, también es importante que haya “cuotas” para los otros géneros del cine, porque no todo es ficción, sino que también echo de menos que se hable más de animación y más de documental.
Yo veo en La Flor Carnívora un evidente paralelismo entre las flores carnívoras y el empoderamiento de las mujeres, ¿podemos hablar de película feminista?
¡Ja, ja! Yo creo que no. El jurado del Tricky Women Animation Festival de Viena la rechazó porque “no les gustaba la perspectiva de una mujer esperando a su hombre en casa” y además dijeron que “la planta carnívora como símbolo de la sexualidad femenina era un tópico muy gastado”. Creo que no entendieron nada… En cualquier caso, el personaje de la película no se empodera porque sea asesina en su sexualidad (sería un feminismo tremendamente mal entendido, entonces), sino porque, finalmente, aprende que la persona a la que amaba, la que es irremplazable, no va a volver. Y decide, con todo el dolor de su corazón, que es el momento de olvidarla.
«Cuando hablamos del cine, es decir, de lo que pasa a partir de 1895, resulta que sí hay cineastas olvidadas»
La cuestión de la representación de los cuerpos es particularmente pertinente a partir de un planteamiento de género ¿está presente para ti ese planteamiento? ¿Propones alguna reivindicación feminista a partir de esos cuerpos?
Es una pregunta muy interesante porque en la película no solo hay desnudos, sino escenas de sexo muy evidentes, y eso pone incómodas a muchas personas, aunque no sea pornografía. A mis padres les violentó muchísimo, lo que es coherente teniendo en cuenta la generación a la que pertenecen (nacidos en 1940), pero en general, en muchas proyecciones de la película (no asistían niños, tiene calificación para mayores de 12 años) se notaba mucha tensión en la escena de sexo, que a veces se liberaba en el momento del asesinato: había gente que gritaba, ¡pero también hubo algunos que rieron!
Creo que a eso se le llama negación freudiana… o fracaso absoluto, no sé, pero por lo menos provocaba una reacción un poco “antiburguesa”. La cosa es que se combina la sensualidad del cuerpo con el terror, y yo diría que eso no es realmente feminista (igual que Matador, de Almodóvar, no es su película más feminista…).
Incluso en Esfinge urbana, tu último cortometraje, las representaciones femeninas tienen un gran protagonismo (entre ellas hay varias figuras emblemáticas del feminismo), ¿consideras que tus películas son femeninas? ¿Incluso feministas?
En primer lugar, yo soy mujer, y como artista, creo que tendemos a “autorrepresentarnos” incluso de manera inconsciente. Por ejemplo, cuando iba a clases de retrato en la facultad me di cuenta de que, si me relajaba, mis dibujos se parecían a mí más que al modelo (por cierto, ese año tenía un compañero que siempre, siempre se sacaba a sí mismo en todos los retratos, fuese quien fuese la persona que posaba, lo hacía sin darse cuenta).
«El género juega un papel importante en cómo te ves a ti mismo, en tu autoimagen, incluso si es una idealización»
Por tanto, buscamos nuestro retrato, nuestro “yo”. Incluso en mi primer corto, Retrato de D., aunque el personaje principal es un hombre, el tema es la búsqueda del yo. Y evidentemente, el género juega un papel importante en cómo te ves a ti mismo, en tu autoimagen, incluso si es una idealización.
¿Consideras este cortometraje como un giro en tu trayectoria?
Esfinge urbana fue un corto-oportunidad, algo que haces cuando todo se te pone a favor y lo aprovechas. Es un cambio de registro importante porque yo recopilo y ordeno todas esas imágenes de arte urbano, pero no produzco ninguna. Pero no es un giro, es un regreso. En El gato baila con su sombra organicé el trabajo de 50 animadores, y solo produje por mí misma una pequeña secuencia. Y en Impromptu también hago experimentos con el movimiento a partir de imágenes estáticas, por lo que creo que estoy explorando una posibilidad más de la animación. No todo va a ser personajes y narrativas…
¿Consideras tus cortometrajes un ejercicio para encaminarte para el largo? Esto es, ¿te planteas dar paso al largo?, ¿cuáles son tus próximos proyectos?
La única forma de que yo hiciera un largo sería si encuentro una historia lo bastante consistente y quisiera narrarla mediante animación. Creo que solo he sentido ese impulso concreto al leer El barón rampante de Italo Calvino, pero, ay dolor, el autor dejó escrito en su testamento que nunca llevaran su obra al cine…
Mi próximo proyecto es un corto narrativo, muy inspirado gráficamente en el Expresionismo Alemán, y, de momento, no puedo decir más.
«La única forma de que yo hiciera un largo sería si encuentro una historia lo bastante consistente», asegura María Lorenza
Tus películas están llenas de referencias cinematográficas; si tuvieras que posicionar tu obra con respecto a la tradición cinematográfica, ¿de qué corrientes o movimientos artísticos dirías que es heredera? ¿Con la obra de qué cineastas sientes que la tuya dialoga? ¿Entre ellos hay alguna mujer?
Me gustan mucho David Lynch y Polanski, porque saben representar realidades distorsionadas, y eso los acerca a la animación, sobre todo a Lynch. Pero yo tuve una experiencia muy curiosa viendo uno de los últimos capítulos de la segunda temporada de Twin Peaks, allá por 1991; la serie iba decayendo porque Lynch se desentendió, pero ese episodio fue buenísimo, diferente a los anteriores.
Recuerdo concretamente un plano que me sorprendió, un cambio de encuadre: unos personajes que eran amantes salían de campo y luego los volvías a ver reunidos detrás de una puerta de cocina, enmarcados por una ventanita. Algo hizo “clic” en mi cabeza y pensé: “yo quiero hacer eso”. Porque una cosa es animar, y otra, narrar. Y, por cierto, ese capítulo de Twin Peaks estaba dirigido por una mujer: Diane Keaton. Me pareció un capítulo muy creativo.
¿Crees que el cine español se ha hecho un hueco en la industria cinematográfica internacional? ¿Está reconocido a nivel mundial?
Carezco de elementos de juicio suficientes para poder contestar a esto. Hablando con amigos extranjeros, tienes más la sensación de que Almodóvar es muy conocido, pero eso ni significa que el cine español lo sea; Almodóvar lo es (no tengo problemas con él, pero es la segunda vez que se me cuela en la entrevista). Algunos actores son conocidos, porque trabajan en el extranjero, y también hay directores, como Bayona o Amenábar, que han trabajado para Hollywood. Pero eso no significa que el cine español se haya hecho hueco, sino que unos españoles han conseguido ser relevantes fuera de España.
«Tuve una experiencia muy curiosa viendo uno de los últimos capítulos de la segunda temporada de Twin Peaks, algo hizo clic en mi cabeza y dije, yo quiero hacer eso»
¿Y el cine de animación?
Pregunta delicada… Toda la animación que se hace en España no es española… Se trabaja mucho para el exterior. Producciones autóctonas como Planet 51 o Tadeo Jones obtuvieron taquilla en España y alcanzaron distribución internacional, pero estos son casos aislados. Por desgracia, no tenemos la oportunidad de ver muchos largometrajes nacionales, a pesar de que tienen muy buena calidad, y si encima están orientados a público joven-adulto, es casi imposible verlos en los cines.
Sin embargo, pueden llegar a estar muy bien valorados en festivales (como Arrugas, Pos Eso, Psiconautas, O apóstolo, Buñuel y el laberinto de las tortugas) e incluso llegar a los Oscar (como Klaus, y antes Chico y Rita), pero eso no siempre se traduce en beneficios y amortización. Hacer una película de animación cuesta muchísimo dinero; el reto es amortizarla.
Con respecto al mundo de la animación, aunque parecen haber cambiado los ánimos desde algunos años, Alicia Núñez, presidenta de la plataforma MIA (Mujeres en la Animación), afirma que “el 35% de los trabajadores en productoras de animación, son mujeres. Eso sí, el 35% se refiere a todos los trabajadores, porque ese porcentaje no es el que hay en puestos de supervisión ni dirección”.
¿Cómo percibes tú la situación? ¿Te parecen necesarias este tipo de asociaciones? ¿qué medidas ayudarían a mujeres para entrar en la industria cinematográfica española? ¿Qué les recomendarías a mujeres para «meter la nariz’’’ en el mundo del cine?
En primer lugar, estas asociaciones han logrado una cosa importante: que se premie la paridad cuando se presenta un proyecto a ayudas públicas. Se puntúa favorablemente que haya al menos un 40% de mujeres en puestos de responsabilidad creativa o técnicos. Esto no significa que se quite nota a los proyectos dirigidos mayoritariamente por hombres, simplemente no se les da ese plus en la calificación que determina el orden en el que se dan las ayudas.
«Hacer una película de animación cuesta muchísimo dinero; el reto es amortizarla»
Esto ha fomentado una situación positiva para las mujeres profesionales: se ha pensado más en ellas a la hora de configurar equipos. Es, por tanto, un panorama favorable que las mujeres deben aprovechar para demostrar lo que valen y que se siga contando con ellas.
Los estudios sobre medio audiovisual y género muestran una importante brecha entre formación y profesionalización: ¿cómo viviste tú ese tránsito? ¿Has visto “desaparecer” del mundo profesional a compañeras tuyas de estudios?
Sí, desde luego. He visto compañeras de estudios y también alumnas muy prometedoras que, si decidieron ser madres jóvenes, han visto su carrera y posibilidades cortadas. Se han dedicado a la docencia, pero no han producido obras propias, lo que exige una dedicación extra. Por otro lado, la mayoría de animadoras que conozco que han sobrevivido en el mundo profesional no tienen hijos, porque el trabajo de la animación es muy nómada. Para mí, la excepción es Begoña Vicario, que es una super madre de familia numerosa, y además enseña, escribe y produce películas con frecuencia. Una pasada de persona.
Siendo ahora profesora de animación en la Universidad Politécnica de Valencia, ¿cómo percibes la situación actual? ¿Cómo crees que se ha transformado el panorama cinematográfico para las mujeres en España desde que tú empezaste a hacer cortometrajes hasta ahora?
Tal como lo percibo yo, creo que solo podría hablarte del mundo del cortometraje, que siempre ha sido bastante paritario, y más en animación… Pero en 2004 aún era un poco raro que se aceptaran ciertos temas en la animación, si los traían mujeres. A algunas colegas las han crucificado en corrillos por tratar temas como el travestismo o la violación. Afortunadamente, esto ha cambiado a mejor.
«A algunas colegas las han crucificado en corrillos por tratar temas como el travestismo o la violación»
El mero hecho de que haya más mujeres “en la habitación” cambia mucho la perspectiva de las cosas, ayuda a moderar ciertas actitudes.
¿Cuántas mujeres conforman el equipo de producción, rodaje y postproducción de tus obras?
Trabajo en equipos muy pequeños, muchas veces con gente joven, sobre todo alumnos recién egresados y que son emprendedores. Nunca me he puesto a hacer estadísticas, pero la paridad la he ido cumpliendo cada vez más. Sí que es verdad que en algunos perfiles, como composición musical, técnico de sonido, o postproducción, no he llegado aún a contar con mujeres, pero sí lo he hecho en dirección de animación y de fotografía.
«Compartir el conocimiento es de una generosidad más bien rara», reflexiona María Lorenzo
¿Y el contacto con tus compañeras de la actualidad? Pude leer en alguna entrevista que María Trenor tuvo un papel importante en tu trayectoria, ¿te parece importante la colaboración entre mujeres cineastas?
María Trenor me explicó en una tarde todo lo que necesitaba saber para producir una película en formato cine. Compartir el conocimiento es de una generosidad más bien rara y para mí esa tarde es un ejemplo de lo importante que es que las mujeres colaboremos unas con otras. Hay que apoyarse.
¿Es la conciliación familiar entre tu vida personal y profesional un asunto que te preocupe? ¿Ves al respecto alguna diferencia con tus colegas de profesión varones?
Tengo compañeros de profesión que también son padrazos, pero lo que ocurre es que los hijos tienen actitudes diferentes con sus madres y con sus padres: cuando son pequeños son mucho más dependientes de la madre. Es como si respetaran más al padre, mientras que la madre es una pringada… Ahora tengo un niño pequeño, de 15 meses, y quiere estar conmigo todo el tiempo. Si me despisto, me la juega vilmente… No tengo ni 30 segundos seguidos para pensar con claridad.
Solo saco ratos en limpio por la noche, y sí, creo que situaciones como la maternidad o la lactancia, que también debe ser una opción, marcan mucho la experiencia, especialmente si te llaman de sitios, si te invitan, si quieren contar contigo, pero tienes obligaciones con la familia… tu movilidad se reduce mucho. Curiosamente, el panorama del Covid es desastroso pero en algunos ámbitos, especialmente en la Universidad, ha ayudado a la conciliación al aceptarse el trabajo online.
Comentarios recientes